César Jochy Herrera: el ensayo desmenuza los enigmas del cuerpo
César Jochy Herrera es un médico y ensayista dominicano. Este cardiólogo nos conversa sobre cómo se fusiona la Literatura con la Medicina para explicar los intrincados secretos y los constantes cambios de la anatomía humana.
César Jochy Herrera (Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1958) sabe que es complejo desmenuzar las razones detrás de cada acción tomada, sobre todo, si estas acontecen a los 17 años, época cuando se matriculó en la universidad.
Cuenta que hay dos factores que influenciaron la decisión de convertirse en médico: su temprana y sólida afinidad con las humanidades, y, con ello, una animadversión contra lo matemático.
“Y por supuesto, lo puramente circunstancial. Circunstancias que tenían que ver con todo lo que acontecía a mi alrededor en aquellos tiempos tan urgentes de alivio contra la desazón, el asesinato, el hambre y las injusticias que pululaban en cada rincón de la República Dominicana de los años 1970”, recuerda este ensayista que participó en
República Dominicana en Centroamérica Cuenta, festival literario que ocurrirá en Panamá en el mes mayo de 2024.
Completó su especialización en la Northwestern University. Sus posiciones académicas de docencia e investigación ocurrieron bajo la afiliación del Rush Medical College y la University of Illinois en Chicago (Estados Unidos). Su ejercicio clínico de cardiólogo y de dirección departamental transcurrió durante 23 años en el centro médico Illinois Masonic.
Es autor de los libros de ensayos Extrasístoles y otros accidentes (2009), Seducir los sentimientos (2010), Cuerpo, Accidente y Geografía (2012), La flama magna (2014), De fugas y visiones. Textos atemporales (2018) y Estrictamente corpóreo (2018).
Colabora con medios culturales de su natal República Dominicana y sus textos han sido publicados en México, Colombia, Puerto Rico, Argentina y Estados Unidos.
Las circunstancias se imponen
¿Qué te llevó a residir en Estados Unidos por tres décadas y qué vínculos mantuviste con la Literatura?
Aunque me fui a estudiar sin necesariamente pensar en nunca regresar, una vez más las circunstancias se interponen y me conminan a residir allí, ya que la situación económica y profesional en mi país eran muy desfavorables. Luego nacen los hijos y la vida se hace más compleja. Mi relación con las artes, y en particular con la música y la literatura, ya estaba decidida desde antes de llegar a Norteamérica; las oportunidades que encontré allí catapultaron esa relación gracias a los amigos latinoamericanos de Chicago con quienes me formé en el trabajo cultural en español en Estados Unidos. Por varios lustros trabajé en el grupo literario Contratiempo tanto como editor, escritor y promotor cultural; organizamos festivales de poesía, talleres de creación literaria y publicamos nuestros primeros libros.
¿Qué te impulsó regresar a República Dominicana en el año 2014?
El transcurrir de la vida se asemeja a un tren en marcha: si no te bajas en la parada correcta perderás la oportunidad que ella te brinda para siempre. Mi retorno a República Dominicana fue una decisión que partió de mi manera de ver las cosas: había alcanzado los logros profesionales que deseaba, había echado a andar a mi familia inmediata, y sentía que mis esfuerzos y experiencias podían ser mejor aprovechadas en otro lugar fuera de Chicago. Ante la posibilidad de crear un proyecto de atención y educación cardiovascular bajo mi dirección, decidí asumir el desafío de invertir en el futuro y en las futuras generaciones de médicos dominicanos.
Del cómic a las novelitas de vaqueros
¿Cómo llega la literatura a tu vida como lector?
Gracias a mis tías maestras aprendí a leer y escribir muy joven, lo cual me abrió el mundo de los libros desde la niñez temprana. Leía comics, historietas, los clásicos y las novelitas de vaqueros de bolsillo. Luego llegaría la poesía con Pablo Neruda, los maestros del Boom latinoamericano y el realismo mágico, Hermann Hesse y hasta el Nuevo Testamento. Hoy, no puedo concebir mi ser escritor sin mi ser lector.
¿Qué encuentras en el género ensayo que se ha convertido en una vía para expresarte desde lo creativo?
Algunos de mis mentores literarios afirman que en mi construcción del texto ensayístico aparecen las habilidades del científico que observa (como el médico que examina), se pregunta (ordenando pruebas), y pretende responder (similar al ejercicio diagnóstico). Al concebir y crear un texto plasmo mis propias dudas, experiencias y observaciones, las cuales contrasto con aquello que otros ya han anotado. La propia naturaleza del ensayo me empuja a divagar y explorar la idea con toda la libertad, penetrando incluso en la prosa a manos de la poesía, ese canto que otros han escrito y que me es útil en mi creación.
El pensamiento abraza a la palabra
¿Qué da como resultado unir Literatura con la Medicina?
Pienso que ha sido la literatura la beneficiada por mi condición de profesional de la Medicina. Me ha permitido conocer y experimentar la naturaleza humana en los momentos de mayor fragilidad; observar y preguntarme el porqué de las muchas cosas que he llevado a la página y desear, y perseguir, ese momento crítico en el que el pensamiento se abraza a la palabra a fin de parir la magia del texto literario.
¿Cómo la literatura ayuda a comprender nuestros cuerpos?
La comprensión de nuestra propia anatomía parte de la relativa simplicidad del conocer nuestros rincones anatómicos, sus funciones y su potencial, hasta arribar a los desafíos que la posmodernidad ha impuesto en el cuerpo hecho mercado. Fuente de comercio y objetivo mercantil, ese cuerpo del hoy (sobre todo el femenino) vende aditamentos (perfumes, ropajes, esmaltes, artificios y prótesis) a la vez que es mostrado como adorno de cuanta cosa material se nos oferta (automóviles, piscinas, bicicletas y refrigeradores). La literatura podría reorientar la posición de nuestro cuerpo hacia un sentido constructivo en el que no sólo nos aceptemos tal cual, sin la imposición de los modelos plásticos de la cirugía estética, sino que hagamos de él un poderoso instrumento de bien, del disfrute de sus bondades como depósito del sentir, del pensar y la expresión del amor por uno mismo y los demás.
¿Cómo la literatura explora la conexión entre el cuerpo y la mente?
La literatura, en cualquiera de sus formas (poesía, ensayo o ficción), enlaza a ambos componentes del sujeto, ya que espíritu (pensamiento) y anatomía (carne) existen en una continua relación que en muchas ocasiones es ignorada. La razón que el pensamiento induce otorga alma a la piel, a los sentidos y demás órganos perceptivos y nos da el poder de hacernos entes superiores dentro del reino animal.
¿Cómo la literatura puede representar la relación entre el cuerpo y la identidad?
Identidad traduce una amplia gama de asignaciones, entre ellas, la sexual, la étnico-racial, y hasta la ideológica como símbolo de naturaleza estrictamente política. A partir de allí es válido asumir que en verdad el trabajo literario contribuye a la representación cultural de semejantes consideraciones. Me atrevo a afirmar, con poco temor a equivocarme, que las artes y la literatura podrían constituir valiosísimos agentes mediadores de aquella relación.
¿Cómo la literatura nos colabora a procesar la experiencia del dolor físico?
La experiencia literaria (creativa y de lectura) está preñada de ejemplos en los cuales el leer y el escribir se transforman en procesos sanadores, en el mejor de los casos, y fuente de alivio en la mayoría de ellos. La tortura, el sufrimiento emocional hecho físico, y las secuelas que los accidentes plasman en nuestro ser, han encontrado un espacio en la creación artístico-literaria desde los tiempos remotos. Y en semejante travesía, el poema y la novela han abrazado el sentir del autor y el padecer del lector. Eso lo saben Susan Sontag, Paul Celan y Juan Gelman.