Caso María Cervantes: cuando la indolencia y la desidia te arrebatan los sueños
El caso de la exportera de 21 años es apenas uno de tantos que se repiten en el fútbol nacional y que retratan la dura y cruda realidad del fútbol femenino en Panamá, el país al que llaman "El Dubái de América".
En marzo de 2022 dimos a conocer la historia de María Cervantes, la estrella en ascenso de la selección femenina de fútbol de Panamá que sufrió una grave lesión de meniscos y que a punto estuvo de costarle la movilidad de la pierna izquierda debido a la negligencia administrativa del club para el cual jugaba. Su caso, además de grave, dejó al descubierto la precariedad estructural del fútbol nacional en la categoría femenina.
Nueve meses después de aquel primer reportaje, viajamos a la provincia de Coclé para hablar nuevamente con Cervantes luego de ser operada. Al encontrarla rápidamente surgieron innumerables preguntas: ¿podrá volver a jugar fútbol?, ¿tendrá secuelas de por vida?, ¿por qué tardaron tanto en realizar la operación?, ¿ha recibido algún tipo de ayuda?
Para entender la historia de María hay que remontarse a enero de 2020, previo al inicio de la pandemia. Por aquella época, Cervantes había recibido su primer llamado a los microciclos de la selección femenina sub-20 que se preparaba para el mundial de la categoría que se realizaría en Panamá y Costa Rica. Tras un buen torneo con Atlético Chiriquí en la Liga Femenina de Fútbol (LFF), María demostró unas capacidades impresionantes bajo palos que llamó la atención del cuerpo técnico. Sin embargo, la pandemia llegó y todo lo que estaba planeado se fue por la borda en medio de la peor crisis de salud que vivió el país, y que obligó al gobierno del presidente Laurentino Cortizo a destinar los recursos de los dos eventos deportivos más importantes en los que Panamá sería sede, al sistema de salud público para evitar un colapso (Mundial Sub-20 y Juegos Centroamericanos y del Caribe 2022).
Luego de un año de parón obligado, María volvió al torneo doméstico con su equipo en mayo de 2021, siendo la misma portera que había deslumbrado al cuerpo técnico de la selección. No obstante, el destino pondría a prueba su fe y confianza en el fútbol tras sufrir su primera lesión de rodilla en un partido contra Plaza Amador. Pero ni en sus peores pesadillas, María imaginaría que sería el inicio de un calvario, que dos años después parece no tener fin.
"Casi al final del partido hubo una jugada donde al saltar para quedarme con el balón, caí mal y enseguida sentí que algo se había roto dentro de la rodilla. En ese momento y con el calor del juego no sentí tanto dolor, pero era evidente que me había lesionado".
Tras el encuentro, Cervantes fue atendida por el equipo médico del club, quienes la llevan a realizarle una resonancia magnética para determinar el alcance de la lesión. Los resultados arrojaron que se había roto los meniscos de la rodilla derecha, por lo que tendría que ser operada e iniciar un proceso de recuperación de entre cuatro y seis meses.
Atlético Chiriquí como club responsable de la jugadora en ese momento, hizo las gestiones necesarias y junto a la aseguradora iniciaron el proceso para cumplir con el pago de la operación. La jugadora entró al quirófano y tras unas horas salió con los ligamentos de su menisco reparados y listos para iniciar su recuperación.
Durante los siguientes meses, la portera fue llamada por el cuerpo técnico del Club Deportivo Universitario para que formara parte de sus filas. Allá, conocedores de su lesión previa con Chiriquí, le ofrecen terminar su recuperación en sus instalaciones, hacer la pretemporada e iniciar el torneo Clausura de la LFF vistiendo la camiseta de Coclé.
El proceso de recuperación con Universitario fue más rápido de lo esperado y para el 30 de septiembre de 2021, en el arranque del torneo y apenas cuatro meses después de la lesión, María estaba lista para debutar con su nuevo club. Para su sorpresa, la directora técnica la alineó en el once titular del primer partido en el que se enfrentaban a Veraguas. Pero por increíble que parezca, el mismo día que volvía a pisar el terreno de juego, María cayó nuevamente lesionada. Misma lesión, pero esta vez era la rodilla izquierda. Al instante, los fantasmas del pasado se convirtieron en un terrible déjà vu.
“Corría el minuto 80 y recuerdo que íbamos ganando 2-1. Entonces se da una jugada en la que voy a cortar un centro y cuando salto para quedarme con el balón, no piso bien y la rodilla izquierda se me dobla. Al instante siento un dolor horrible y veo que tengo la rodilla trabada. En ese momento supe que los meniscos se me habían roto de nuevo, estaba angustiada, no podía creer que me estuviera pasando exactamente lo mismo que hacía cuatro meses”.
Al día siguiente, la jugadora es trasladada a la ciudad capital donde le hacen una resonancia magnética que deja al descubierto una fisura en los meniscos de la rodilla izquierda. Otra vez la misma lesión, otra vez una operación, otra vez un proceso de recuperación.
Como Cervantes ya había pasado por lo mismo con Atlético Chiriquí, pensó que esta vez las cosas serían exactamente igual.
La aseguradora se haría cargo de un porcentaje y el club pondría la otra parte para proceder con la operación. Todo parecía ir en el camino correcto. María incluso llegó a firmar la orden pre-operatoria. Solo faltaba que Universitario liberara el dinero restante para entrar al quirófano.
Entonces, pasó una semana, luego dos, después un mes, dos meses, tres meses y Universitario no le daba respuesta. En casa, el dolor era insoportable, la rodilla se le hinchaba con solo dar tres pasos seguidos, y cuando menos lo esperaba un sonido aterrador le indicaba que la articulación se había trabado.
Desesperada y sin recibir respuesta, Cervantes recurre a la Asociación de Futbolistas de Panamá para exponer su caso. El equipo legal de AFUTPA bajo el mando de Miguel Olivares, director de la Comisión de Fútbol Femenino, realiza ingentes esfuerzos para hacer cumplir al club con su responsabilidad.
Como explica Olivares, la póliza de seguro de las jugadoras inscritas en la LFF tiene una cobertura total de 10,000 dólares para hacer frente a lesiones o problemas de salud. Por eso, cuando María se lesionó la primera vez, el seguro cubrió en su totalidad los costos de su cirugía. Pero con la segunda lesión, Cervantes (sin saberlo) solo contaba con 2,000 dólares del restante de la cobertura total, por lo que Universitario debía abonar entre 2,400 y 2,600 dólares de su propio fondo para cubrir la totalidad de la cirugía de la rodilla izquierda. A partir de allí inicia la infame discordia entre el club y la jugadora, pues Universitario se negó rotundamente a sacar de su bolsillo el "exorbitante" monto para pagar por una lesión que María sufrió vistiendo su camiseta.
En febrero de 2022, tras más de 5 meses de insistir, presionar y exponer su caso tanto en los medios nacionales como internacionales, Universitario finalmente accedió a pagar la parte que le correspondía para la operación.
Pero como si se tratase de una mueca del destino, María se enteró que la póliza había vencido el 31 de enero de 2022 y para cuando el club decidió liberar el dinero, la póliza ya estaba vencida, por lo que ahora la compañía de seguros se negaba a hacerse cargo de la operación.
Para empeorar las cosas, durante el 2022 el Club Deportivo Universitario cambió de aseguradora, una situación que hizo más complicado el caso de la jugadora, pues la nueva empresa tampoco quiso asumir el costo de una lesión que ocurrió bajo el contrato con la compañía anterior.
María se encontraba en un callejón sin salida, lesionada, sin poder caminar, con dolor crónico, sin respaldo del seguro, ni de su club y lo que era peor, con el riesgo de perder la movilidad en la pierna izquierda para siempre y que su futuro como futbolista profesional se truncara.
"Más allá del dolor físico que siento en la rodilla, esta situación es mucho más complicada mentalmente porque no pasa un día en el que no me desanime o deprima pensando si esto algún día se solucionará. Mi vida era el fútbol y ahora me la han quitado", confesaría la jugadora en ese momento.
Durante ese periodo y antes de publicar la primera parte de la historia de María, este medio intentó comunicarse con el señor Kenneth Carles, Gerente General de Universitario y ante una serie de preguntas relacionadas con el caso, se limitó a contestar vía WhatsApp:
“El club está haciendo todas las diligencias para que la jugadora sea operada, bajo la póliza que el club pagó, para cubrirla. No se me permite responder más preguntas al respecto”.
Operada y con pronóstico reservado
El 19 de marzo de 2022, cuatro días después de hacer público el caso de María Cervantes en este medio, la jugadora finalmente fue ingresada al quirófano para someterse a la operación de meniscos de su rodilla izquierda.
Fuentes cercanas a la Federación Panameña de Fútbol (FEPAFUT), informaron que el propio presidente, Manuel Arias, intervino para que la jugadora fuera operada. Al contactar a Arias sobre la veracidad de la información, nos dijo: "Es verdad que fue operada, sobre quién pagó la operación, no emitiré comentario".
No obstante, aunque Cervantes logró su tan anhelada operación, el pronóstico para una recuperación completa era cuanto menos reservado debido a lo dilatorio del proceso, ya que si la intervención quirúrgica se hubiese llevado a cabo en el término correcto (septiembre de 2021), María habría necesitado entre cuatro y seis semanas de recuperación. Pero con la prolongación de casi seis meses (marzo de 2022), el alta deportiva se estima en al menos cuatro meses más y no existe garantía de que se recupere completamente.
Diciembre de 2022: ¿Qué pasó con María?
Nueve meses después de aquel viacrucis, quisimos saber cómo se encontraba María. Al contactarla, nos dijo que se había mudado a la provincia de Coclé para continuar con sus terapias. En ese momento y sin hacer mayores preguntas, asumimos que Universitario le había ofrecido ayudarla con todo el proceso de recuperación poniendo a su disposición las instalaciones del club ubicadas en la capital coclesana.
Mayúscula fue nuestra sorpresa al enterarnos que nada estaba más lejos de la realidad.
María asegura que luego de salir de la operación, el club nunca más la contactó. Según sus propias palabras, “dieron por cerrado el caso sintiéndose satisfechos por haber cumplido con su parte”. Sin embargo, para regresar a los terrenos de juego no basta solo con ser operada. Para recuperarse de forma óptima, Cervantes debía tomar terapias con un especialista, y ni ella, ni su familia tenían los recursos para poder costearlas, por lo que se vio nuevamente en un callejón sin salida.
Sabiendo el estado de indefensión en que se encontraba la jugadora, Silvia Rodríguez, fisioterapeuta que formó parte del cuerpo técnico del club se ofreció a realizarle las terapias completamente gratis, con la única condición de que se mudase a Coclé para poder atenderla en su clínica. Es entonces, cuando María recurre a una compañera de su exequipo para pedirle alojamiento en su casa durante el tiempo que durase la recuperación.
La amiga accedió y un mes después de operada, María se mudó a más de 300 kilómetros de distancia del hogar de sus padres en la provincia de Chiriquí, con la firme convicción de volver a jugar al fútbol.
En Coclé, la recuperación avanzó conforme a lo planeado. María tomaba sus terapias dos veces a la semana y se trazó un plan de trabajo estricto y disciplinado para intentar acortar los tiempos. Todo iba viento en popa hasta que un extraño “huevo” se le formó en la rodilla operada causándole un dolor angustiante. Sin poder evitarlo, el miedo volvió a recorrer su cuerpo.
Como explica la fisioterapeuta, Silvia Rodríguez, María presentó una inflamación en la zona medial de la rodilla, posiblemente relacionado a la sutura meniscal a la que fue sometida, provocándole un dolor incómodo cada vez que ejerce presión en la articulación. Este proceso inflamatorio obligó a dar marcha atrás y puso en pausa el inicio del trabajo pliométrico y de fortalecimiento de la zona, convirtiéndose así en el último escollo que enfrenta la jugadora de apenas 21 años.
Al consultarle a Rodríguez por el retraso en el procedimiento quirúrgico y si esto pudo influir de forma negativa en el tiempo que ha tardado la jugadora en recuperarse, la especialista no duda en reconocerlo como un factor determinante que ha perjudicado los tiempos de sanación de la rodilla.
“Toda lesión tiene un tiempo biológico para comenzar a cicatrizar, y en el caso de María, es muy probable que la estructura interna de la rodilla haya comenzado hacerlo [cicatrizar] antes de que fuera operada y cuando por fin se hace la cirugía, se tuvo que hacer una reconstrucción extra más grande de lo previsto... Lo que en principio era una menicoplastia, terminó por convertirse en una sutura meniscal por rotura”, señala Rodríguez.
Esta nueva traba ha significado un duro golpe emocional para María, que por momentos confiesa sentirse en un hueco profundo y oscuro del que le parece imposible salir. En poco más de dos años, su vida dio un vuelco nefasto, pasando de ser una estrella en ascenso de la selección femenina de fútbol, a no ser nada, por culpa de la indolencia de un sistema que la abandonó y de un club que le soltó la mano en el momento en que más lo necesitaba.
“Es difícil mantener esos pensamientos lejos de tu cabeza, porque siempre están presentes, algunos días te deprimes y otros te levantas con mente positiva y dices: "vamos a seguir"... Pero sí es cierto que la parte psicológica es lo que más afecta al jugador, más allá de si logras recuperarte o no, porque todo lo que conlleva ese proceso de recuperación tiene una carga emocional muy fuerte".
Silvia cuenta que con María ha tenido que hacer de madre, hermana, amiga, psicóloga, compañera y hasta de maestra, pues estando tan lejos de casa y sin el calor de la familia, ella y su compañera de equipo con la que vive se han convertido en su único núcleo de apoyo, y más allá de no ser experta en la materia, reconoce que el acompañamiento emocional en situaciones tan complejas como estas, es fundamental para no dejar caer al deportista.
Al igual que hicimos cuando publicamos la primera parte de este reportaje, volvimos a contactar al Club Deportivo Universitario para conocer su postura, pero nunca respondieron nuestros mensajes a pesar de ser insistentes con el tema. De hecho, nueve meses después, el club pasó por una reestructuración a nivel administrativo y Kenneth Carles, quien fungía como gerente general cuando María cayó lesionada, ya no formaba parte del club y actualmente, quienes están al frente de la administración se negaron a responder con relación al caso.
Sin contrato, no hay responsabilidad
¿Qué pasa cuando una jugadora se lesiona?, ¿está el club en la obligación de apoyarla?, ¿existe algún mecanismo de acompañamiento que priorice la recuperación del atleta?, ¿la ley les ampara? Son preguntas que lamentablemente se responde con un rotundo no.
Miguel Olivares, director de la Comisión de Fútbol Femenino de la Asociación de Futbolistas de Panamá, señala que al no haber un contrato de por medio el club no tiene ningún tipo de responsabilidad legal con la jugadora. Si bien, cada club que integra la Liga Femenina de Fútbol cuenta con una póliza de seguro que cubre a las jugadoras mientras disputan el torneo, esto tampoco es una garantía para hacerles cumplir con una responsabilidad que pasa más por lo ético y moral, que por lo legal.
En Panamá, la Liga Femenina de Fútbol no está profesionalizada y tampoco cuenta con un estatuto legal en cuanto a temas contractuales de las jugadoras. La gran mayoría de ellas juegan a cambio de un 'viático' que oscila entre 50 y 200 dólares, según el nivel de la jugadora, su posición, experiencia o procesos en selección nacional y al club que pertenezca. No obstante, se conocen casos de chicas que juegan por el llamado “amor a la camiseta' y se ven obligadas a disputar partidos solo de local o en sus provincias natales porque no tienen dinero para costearse los gastos de viajar a la ciudad u otras provincias.
El último caso sonado fue el de las jugadoras del Club Deportivo del Este que, cansadas de los reproches de la fanaticada por los malos resultados en el torneo, decidieron denunciar públicamente la realidad a lo interno del equipo. Sin viáticos, entrenando en una cancha en pésimo estado, sin implementos deportivos de calidad y teniendo que sacar de sus propios bolsillos para ir a entrenar, las jugadoras acusaron una desmotivación tan fuerte en lo anímico que terminaron perdiendo los 14 partidos del torneo con solo 4 goles a favor y recibiendo 91 en contra. Una dura realidad que se repite en mayor o menor escala en varios equipos de la liga.
A día de hoy, son contados los clubes que están en la capacidad de ofrecer condiciones dignas a las futbolistas femeninas, con excepciones como Tauro FC., que puede permitirse fichar jugadoras del extranjero o figuras renombradas de la selección nacional. La apuesta de la dirigencia taurina por convertirse en el equipo más laureado tanto en la categoría profesional masculina como femenina dio sus frutos, y luego de conformar un equipo competitivo han logrado alzarse con el campeonato nacional en los últimos tres torneos de manera consecutiva.
Selección nacional, la otra realidad
Si bien, las carencias en la estructura del fútbol femenino son evidentes con todo y sus limitaciones, Panamá ha conseguido un crecimiento importante en la región en cuanto al rendimiento del juego colectivo de la selección nacional, logrando llegar hasta la última fase de clasificación de la Copa Mundial Femenina de Mayores en los dos últimos procesos [Francia 2019 y Australia & Nueva Zelanda 2023]. Esto en gran parte, al talento inconmensurable de extraordinarias jugadoras que contra viento y marea han logrado destacar muy a pesar del hándicap que supone tener una limitada liga amateur.
Y es que el mayor problema para las jugadoras es la falta de profesionalización de la categoría femenina, aunado a las precarias infraestructuras de desarrollo de los clubes y el nulo apoyo financiero de sponsors dispuestos a invertir en equipos de mujeres.
Esta realidad ha empujado cada vez más jugadoras a emigrar a otros destinos fuera de fronteras, no solo para mejorar sus habilidades técnicas, sino también buscando el sustento digno que merece toda jugadora de alto rendimiento. Esto ha permitido que por primera vez, Panamá cuente con legionarias jugando en Costa Rica, Colombia, México, España, Italia y en universidades de Estados Unidos, lo que a su vez, ha tenido un impacto directo en el crecimiento de la selección nacional.
No obstante, y aunque las realidades de la liga y la selección son distintas, la Federación Panameña de Fútbol ha hecho algunos esfuerzos por mejorar las condiciones entre hombres y mujeres. Es así que en 2021, el presidente, Manuel Arias toma la decisión de equiparar los viáticos de las jugadoras de la selección femenina con los de la masculina en un intento por apoyar la igualdad salarial a lo interno del fútbol de selecciones. Una decisión aplaudida y sin precedentes, pero que aun sigue siendo poco en comparación con las innumerables bondades que recibe la selección masculina aupada por una estructura hecha para beneficiar la exposición de sus jugadores.
Profesionalización del fútbol femenino en Latinoamérica
La evolución de las normativas sociales en todos los campos profesionales se ha caracterizado por años de insistente lucha colectiva, especialmente si el cambio involucra a las mujeres.
Es un hecho que el fútbol femenino ha dado pasos importantes en cuanto a visibilidad, desarrollo, equidad y profesionalización. Pero no es menos cierto que su realidad es muy distinta según se mire el país.
En Sudamérica, por ejemplo, Argentina, Colombia, Chile y Brasil son los únicos países que cuentan con una liga profesional de fútbol femenino. En Uruguay, solo un equipo por iniciativa propia tiene sus jugadoras del equipo femenino con contrato profesional (Nacional); En Bolivia, Ecuador y Perú están trabajando sobre la base de proyectos que permitan profesionalizar sus ligas femeninas, mientras que en el resto de los países aún no se cuenta con una estructura robusta para iniciar este camino. No obstante, es importante recalcar que incluso los países con ligas femeninas profesionalizadas presentan una clara disparidad salarial con un porcentaje importante de jugadoras que todavía no cuentan con un contrato profesional, ni tampoco con las mismas prestaciones laborales.
Las brechas salariales son y seguirán siendo enormes entre hombres y mujeres en el mediano plazo. Esto fundamentado sobre la premisa de que el fútbol femenino no cuenta con los elementos necesarios para ser rentable por sí solo y por considerarse un deporte todavía en 'vías de desarrollo'.
En Colombia, el sueldo promedio de una jugadora oscila entre 250 y 300 dólares por torneo, mientras que para un hombre ronda entre los 1,500 a 2,500 dólares mensuales para jugadores sin cartel de "estrellas".
"En Argentina, una jugadora de Primera División cobra lo mismo que un jugador de la cuarta categoría (350 dólares). Y no todas cobran. Hay muchas jugadoras que tienen otro trabajo además del fútbol", menciona la periodista argentina Ayelén Pujol, autora de los libros ¡Qué jugadora! y "Barriletas Cósmicas".
En marzo de 2022, se aprobó en Chile un proyecto de ley que exige a los clubes un contrato y sueldo para sus jugadoras. Tras el acuerdo histórico, Erika Olivera ex atleta y diputada independiente proponente del proyecto afirmó, "Hasta hoy solamente un 4,4% de las jugadoras tiene un contrato laboral con el club al que pertenece, y por tanto, sólo una mínima parte de las futbolistas tienen acceso a seguridad social, a beneficios laborales de otra índole, y a la estabilidad que un contrato laboral establece".
Más allá del establecimiento de las normas legales para la profesionalización del fútbol femenino, el respaldo que genera un estatus de trabajadora profesional con las implicaciones económicas que eso conlleva, además les permitirá a las jugadoras tener la protección de la seguridad social, un elemento fundamental para atletas de alto rendimiento que exponen su carrera y su futuro a graves lesiones que en ocasiones dan como resultado el fin prematuro de sus carreras deportivas.
Para María Cervantes como para tantas otras futbolistas, el escenario habría sido completamente diferente si el fútbol femenino en Panamá fuera una profesión por derecho y ley. Algo que, a día de hoy, todavía se ve muy distante en el horizonte en un país que se enorgullece de su enorme crecimiento económico, su gran canal interoceánico, sus espectaculares rascacielos y su envidiable "Hub de las Américas", pero que a la vez dedica migajas al desarrollo de políticas públicas integrales para sus deportistas que a fin de cuentas, son los que terminan dando el corazón y la vida misma a cambio de muy poco.
Panamá, ¿el Dubái de las Américas?
Según datos del Banco Mundial, hasta antes de la pandemia del Covid-19, Panamá creció a un ritmo cuatro veces mayor que el promedio regional. De 2014 a 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) del istmo aumentó a una tasa promedio del 4,6 %, mientras que el de la región de América Latina y el Caribe se elevó un 0,8 % en promedio. Los principales motores que impulsaron su crecimiento fueron la industria de servicios aupada por el canal de Panamá, el sector de la construcción, las comunicaciones y la minería. Su desarrollo como una de las metrópolis más sofisticadas de Centroamérica le ganaron el mote del "Dubái de las Américas" gracias a su pujante sector de bienes raíces, su centro bancario y financiero. Sin embargo, la pandemia desnudó una realidad que hasta entonces fue maquillada por la bonanza de su crecimiento. Y es que Panamá con apenas 4 millones de habitantes es uno de los países con la peor distribución de sus riquezas y una desigualdad social y económica que golpea con dureza a los grupos más vulnerables de la población. El país con una de las obras de ingeniería más importantes de la historia posee una escandalosa tasa de informalidad del 48.2% y un índice de desempleo que ronda el 10%.
Las mujeres, los niños y las niñas, los pueblos indígenas y las personas que viven en áreas rurales son los grupos más rezagados de acuerdo con diversas medidas de desigualdad, acceso a servicios de educación, salud y protección social. Estas desigualdades se acrecentaron a consecuencia de la crisis generada por el COVID-19, tal y como demuestran estudios realizados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL) y la UNICEF. En medio de esta realidad también se encuentran los atletas que ven como el gobierno destina un presupuesto desproporcionadamente más elevado para la Asamblea Nacional de diputados o para la compra de nuevos implementos para el Ministerio de Seguridad, mientras ellos claman por una ley del deporte, un aporte mayor para la participación de competencias internacionales e infraestructuras dignas para la práctica de sus disciplinas deportivas.
Con sus riquezas y su gran potencial, Panamá bien podría estar al nivel de las grandes potencias económicas del mundo en la medida en que su desarrollo se convierta en un eje transversal que impacte sobre todos los sectores sociales y proteja a los más vulnerables.