Arena movediza: una guía a la situación en Siria
La inestabilidad se esparce por la región aledaña, afectando rutas comerciales y canales de suministro de energía.
Ciudad de Panamá, Panamá/En días recientes, un grupo paramilitar en Siria ha tomado de manos del gobierno el control de Alepo —una de las ciudades más antiguas de la historia y la segunda más poblada de ese país— tropezando así al régimen del dictador Bashar al-Assad, aliado de Rusia, y desestabilizando el tenso balance que se había generado en ese país.
¿Quiénes son los paramilitares involucrados? ¿Qué implica la caída de Aleppo para Siria y el régimen de Assad? ¿Qué tiene que ver Rusia y Turquía en esta situación? ¿Y qué impactos podría tener para Panamá? Veamos.
Contexto
Para entender la situación hoy día en Siria debemos remontarnos a la primavera Árabe de 2010 y 2011, movimiento democrático y joven que retó los viejos regímenes autoritarios del mundo arábigo, con severas protestas reportándose en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria. Tal movimiento ocurrió para el tiempo que Barack Obama era el presidente de los Estados Unidos y el actual mandatario, Joe Biden, era su vicepresidente.
Aunque la primavera Árabe tuvo éxito en algunas naciones, como en Túnez al norte de África, en Siria el levantamiento fue fuertemente reprimido por el régimen de Bashar al-Assad con el apoyo de Rusia, que le ofreció respaldo militar y diplomático. La alianza de Rusia con el régimen actual data de la década de 1970, cuando el dictador de Siria era el padre de Bashar, Hafez al-Assad, quien le heredó a su hijo el poder en el año 2000.
Tal alianza —que depende de la estabilidad del régimen— es clave para Rusia, ya que le permite operar una base naval en la costa siria del Mediterráneo, ampliando su rango de acción marítima. Además, el régimen de Assad sirve como un contrapeso a la influencia de Turquía en la región, país que ha mantenido una constante oposición a la extensión de poder ruso en el área.
La represión de la primavera Árabe en Siria llevó a la explosión de una guerra civil en tal país que fue aprovechada por grupos separatistas y terroristas para avanzar sus planes de derrocar al régimen de Assad. Gracias a la ayuda rusa, el régimen pudo quedarse en el poder, pero sufrió pérdidas territoriales importantes.
Assad pudo mantener el control sobre el oeste del país —donde queda la costa mediterránea y la base naval rusa— además del centro y del sur, hacia Jordania. No obstante, tanto el norte como el este del país han quedado bajo el control de tres grupos principales.
Primero, están las Fuerzas Democráticas Sirias, un grupo de rebeldes, compuesto en parte por kurdos, apoyados por Estados Unidos. Segundo, está el Ejército Nacional de Siria que, a pesar de su nombre, es otro grupo de rebeldes, en este caso liderados por ex-oficiales militares sirios que cuentan con el apoyo de Turquía. Y tercero, está la Organización para la Liberación del Levante, un grupo paramilitar con lazos previos a la agrupación terrorista al-Qaeda y que se opone al régimen de Assad por motivos religiosos.
Fue este último el que ha efectuado en estos días una efectiva campaña militar, abriéndose su propio espacio operativo entre todos estos grupos batallando por el control del territorio. Pero antes de ver las consecuencias de esa campaña, sería necesario repasar los elementos claves de la geografía siria.
Geografía
Siria es un país que, de oeste a este, mide cerca de 600 kilómetros de largo, similar a lo que mide Panamá. En la dirección norte a sur, Siria mide alrededor de 500 kilómetros, cerca de tres veces la distancia entre el norte y el sur de Veraguas.
Los vecinos que más frontera comparten con Siria son Turquía al norte, Iraq al este, Jordania al sur y el Líbano al oeste. Además, como ya se mencionó, Siria tiene una costa al Mediterráneo de más de 140 kilómetros de largo, similar a la extensión del Golfo de Chiriquí.
La relación con Turquía es tensa y conflictiva, hecha más compleja por la situación de los kurdos, un grupo étnico cuya población está dividida entre varios países vecinos y que busca crear su propio territorio u obtener autonomía gubernamental.
Con Iraq y Jordania, el régimen de Assad tiene relaciones llevaderas, centradas en la preservación de las fronteras y esfuerzos conjuntos esporádicos para luchar contra grupos extremistas.
Pero es con el Líbano que Siria mejor se relaciona, con Assad manteniendo contacto constante con el grupo paramilitar Hezbollah, que opera desde el sur del Líbano y que recibe apoyo desde Irán. De hecho, Siria ha servido como una conexión esencial para que Hezbollah reciba armamento iraní.
Y una de las características claves de la geografía siria es el paso del histórico e imponente río Eufrates, que tiene su origen en las montañas al norte de Siria — el sur de Turquía— y que recorre el territorio sirio e iraquí hasta unirse con el río Tigris para desembocar en el Golfo Pérsico.
Es precisamente el río Eufrates el que divide el noroeste del territorio sirio, controlado hoy por las Fuerzas Democráticas Sirias y el Ejército Nacional de Siria, del suroeste, controlado por el régimen de Assad.
Y para cerrar el repaso geográfico, vale la pena nombrar algunas de las ciudades más importantes de Siria.
Al oeste está la histórica y legendaria ciudad de Damasco, famosa por ser el destino al ue se dirigía el apóstol Pablo en el viaje en que se convirtió a la fe cristiana. También está la ciudad de Homs, cuya proximidad al lago Katina le permite ser un centro agropecuario relevante. Y además está la ciudad de Aleppo, que data del tercer milenio antes de Cristo y que ha sobrevivido conquistas hititas, asirias, persas, griegas, romanas, islámicas y europeas.
Al centro de Siria, un paraje desértico conocido como la Badiya, está la ciudad de Palmira, que ha servido como el principal oasis de esa región desde el segundo milenio antes de Cristo. Y por todo el noreste, cerca de la ribera del río Eufrates, están las ciudades de Raqa y Deir ez-Zor. Estas dos últimas son parte de uno de los polos principales del conflicto entre el régimen de Assad y las Fuerzas Democráticas Sirias apoyadas por Estados Unidos.
Damasco, Homs y Palmira están bajo el control de Assad. Y Aleppo, hasta hace poco también bajo el control del régimen, acaba de caer en manos de la Organización para la Liberación del Levante, conocida en árabe como Hayat Tahrir al-Sham.
Conflicto
Uno de los detalles más importantes sobre la Organización para la Liberación del Levante es que es un grupo paramilitar sunita.
La religión del Islam se divide principalmente en dos grupos: los sunitas y los chiitas.
La división emana de una disputa sobre quiénes podían ser los sucesores legítimos del profeta Mahoma, a mediados del Siglo VII (del año 600 al 699). Los sunitas favorecían la determinación del califa —palabra que significa sucesor en árabe— a través de un consenso de la ummah o comunidad islámica. Por otro lado, los chiitas mantuvieron que los califas sólo podían proceder de la familia del profeta.
Esta división inicial se tornó más compleja con el pasar del tiempo, llevado a fuertes desavenencias teológicas. Y dentro de cada grupo —sunitas y chiitas— se formaron sectas fundamentalistas, algunas de las cuales han recurrido a la violencia para avanzar sus propósitos, justificándose bajo el concepto de guerra santa, proceso que se ha visto también en otras religiones.
Irán es considerado uno de los países bastión del grupo chiita, mientras que el Reino Saudí es líder en el grupo sunita, aunque practican una forma estricta de la religión que no es representativa de la mayoría.
Siria ha sido principalmente sunita desde los tiempos del califato en Damasco, en el Siglo VIII (del año 700 al 799). Y el Imperio Otomano, que controló el territorio de Siria desde el año 1516 hasta su caída en la Primera Guerra Mundial, era sunita.
A pesar de esta mayoría sunita, el gobierno de Siria está bajo el control de los alauitas, un grupo chiita que se caracteriza por prácticas místicas. Esto ha sido así desde la década de 1970 cuando Hafez al-Assad, practicante alauita, tomó el poder en ese país. Y así ha continuado bajo su hijo, el actual dictador sirio, Bashar al-Assad.
Como se mencionó, la Organización para la Liberación del Levante es un grupo paramilitar sunita y su oposición al régimen de Assad solo puede ser entendida tomando en consideración esta división religiosa.
Consecuencias
La caída de Aleppo tiene repercusiones tanto dentro como fuera de Siria.
Dentro, la toma de Aleppo impacta de forma importante la estabilidad del régimen de Assad, luego de casi una década de precariedad política y militar. Los dos otros grupos —las Fuerzas Democráticas Sirias y el Ejército Nacional Sirio— están pendientes de las secuelas de este tropiezo y buscan vulnerabilidades que puedan explotar para incrementar el momento hacia el colapso del régimen.
Además, la toma de la ciudad histórica podría llevar a un escalamiento, ya que los grupos extremistas muchas veces toman las victorias como señales de favor divino, inspirando un aumento en su agresividad.
Fuera de Siria, la inestabilidad de Assad pone más presión a las ya estiradas fuerzas de Rusia e Irán, que, a su vez, están desarrollando operaciones militares contra Ucrania e Israel respectivamente. Esta baja disponibilidad de refuerzos amplía el campo de acción de los grupos opositores al régimen de Assad.
La inestabilidad se esparce por la región aledaña, afectando rutas comerciales y canales de suministro de energía que conectan Asia con Arabia, llevando al aumento de costos para enfrentar los riesgos de transporte. Tales aumentos se extienden a lo largo de las distintas cadenas de suministro, favoreciendo el nivel elevado de precios que se estableció después de la invasión de Rusia a Ucrania en 2022 y que ha disminuido desde entonces.
Y todo esto puede tocar a Panamá en tres puntos particulares: el precio del combustible, el tráfico por el Canal de Panamá y el nivel de inflación.
Por ahora, la caída de Aleppo no significa un impacto directo o fuerte para Panamá, pero de caer el régimen de Assad, la inestabilidad resultante sí podría verse reflejada en nuestro país, particularmente en el precio de la gasolina.