De Los Extranjeros
Hablar de migración en Panamá se ha vuelto difícil porque no hay grises. El tema se vuelve calle arriba y calle abajo de inmediato y saltan los que defienden las migraciones frente a los ultranacionalistas que reclaman Panamá para los panameños y recuperan el discurso del movimiento Acción Comunal de principios de siglo pasado y junto a ellos, cual rémoras, los xenófobos que simplemente no gustan de algunas razas o nacionalidades.
Hablar de migración en Panamá se ha vuelto difícil porque no hay grises. El tema se vuelve calle arriba y calle abajo de inmediato y saltan los que defienden las migraciones frente a los ultranacionalistas que reclaman Panamá para los panameños y recuperan el discurso del movimiento Acción Comunal de principios de siglo pasado y junto a ellos, cual rémoras, los xenófobos que simplemente no gustan de algunas razas o nacionalidades.
Creo firmemente en la cultura de la legalidad y me opongo a las llamadas ferias “Crisol de Razas”, no por negar la oportunidad al extranjero, para mí son bienvenidos como el abuelo de mi abuelo hace 160 años, me opongo a la irresponsabilidad de no hacer las cosas a tiempo y como son. Me opongo a la feria “Crisol de Razas” como me opongo a las prórrogas para los que no sacaron placa del carro a tiempo.
Panamá es víctima de su éxito y ciertamente la necesidad de mano de obra creció. No hablo de mano de obra calificada, que es la excusa de algunos empresarios para contratar extranjeros, sino de mano de obra en general, pero cuando hablo de mano de obra hablo de trabajo, no de buhonería y maromeros de semáforo, de esos hay demasiados para mi gusto, panameños y extranjeros.
Hay otros actores que deben hacer su trabajo. La ley permite la contratación de hasta un diez por ciento de extranjeros en la fuerza laboral de una empresa, y yo quiero pensar que cuando veo cinco saloneros extranjeros en un restaurante es porque hay 45 panameños en la cocina o en los otros turnos, o ¿no hay inspectores ni multas?
Leyendas comienzan a circular malintencionadamente para justificar la explotación de extranjeros en algunos trabajos, como el de restaurante, al decir que los panameños somos malos en servicio al cliente y que nos falta mucho por aprender. Puedo coincidir un poco con eso, pero cuando voy al Sheraton, Friday’s o Waikiki la mayoría son panameños y la atención es excelente, y aumenta mi creencia que mas que buen servicio, lo que quiere el dueño es quedarse con la propina que no le paga a sus trabajadores cuando va incluida en la cuenta. Pausa y me acuerdo de los “empresaurios”.
Debe darse una introspección de todos, de los panameños de a pie, que sienten que su país es amenazado por la llegada de extranjeros que en su mayoría viene a trabajar, aunque las redes sobreexpongan cualquier caso que involucre delincuentes de otra tierra, y de aquellos administradores de grandes empresas que parecen favorecer lo extranjero por encima de lo nacional sin saber siquiera si es bueno o no, sobre la base de prejuicios o con la mala intención de explotarlos para ganarse unos dólares mas.
La apertura es buena, pero lamentablemente hay desorden en la regulación. Las autoridades de migración y trabajo deben simplemente volverse inflexibles en la ejecución y cumplimiento de las leyes actuales, el que está aquí y cumple se queda y es bienvenido, el que no cumple se va. El que llega que tenga certeza que las reglas se respetan y listo, también será bienvenido.
Si caminas por Miami o Los Ángeles en Estados Unidos seguramente te sentirás en un país de América latina con mejor señalización en las calles y probablemente en alguna época de los 60’ un white american anglo saxon del sur de esa nación debe haberse sentido invadido como algunos aquí en Panamá por la llegada de extranjeros, pero aquí a todos les gusta ir a Miami.