Cómo adaptarse a la maternidad sin estrés
La maternidad cambia la vida de cualquier mujer y todo cambio implica un proceso de adaptación. Para una madre primeriza, el tan solo hecho de pensar en llegar a su casa sola junto a su pareja ante las nuevas responsabilidades genera mucho estrés. Ya que el tiempo se vuelve insuficiente y son menos las posibilidades de disfrutar de tus propios planes y salidas como antes.
Cuando se tiene un hijo, este pasa a ser la prioridad porque necesita más tiempo para sus cuidados y esto es algo que afecta a muchas parejas, ya que se enfría un poco la relación íntima y el romanticismo, haciendo que el hombre se sienta desplazado.
¿Qué hacer para adaptarse a la difícil tarea de ser madre?
1. Lo principal es ir organizando los preparativos de lallegada con tiempo, sin dejarlo todo para última hora, recuerda que estos pequeños retrasos te generaran un estrés enorme.
2. No pretendas ser la madre perfecta y que todo lo sabe, porque la única forma en que aprenderás será con la práctica, pero eso sí, confía en ti misma y consulta a tus amigas que ya han pasado por este caos tan maravillo.
3. Conoce muy bien los límites, en tal caso de que él bebe no quiera comer o porque lleva horas llorando, aprende a relajarte dándole la oportunidad a alguien de confianza que te ayude mientras recobras la calma.
4. Siempre ten a mano productos que faciliten la rutina diaria, siempre la comodidad para que no entres en estrés por cosas innecesarias.
5. De tantos consejos que hayas leído o escuchado, solo toma en cuenta los que creas que se adapten a ti, siempre tendrás personas contándote miles de experiencias y darán su opinión, pero recuerda que no debes renunciar a tu historia de ser madre.
6. Qué bonito es imaginar un futuro con tu hijo, es increíble para relajarte a la hora de ser madre, tener en mente los cambios positivos, así que visualiza fotos familiares, juegos y así podrás estar menos estresada.
7. Ten siempre una opción a la hora de empezar a laborar, bien sea metiéndolo en una guardería, contratando a una persona con experiencia, o incluso, a esa abuela consentidora que nunca dirá un no.