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Panamá, en la ruta de otro escándalo internacional de coimas y lavado de dinero

Panamá, en la ruta de otro escándalo internacional

Se originó en Brasil, involucra a uno de los magnates más importantes de ese país y $16.5 millones movidos de forma “oscura”.

Es el nuevo escándalo de corrupción y lavado de dinero en el que han quedado involucradas sociedades panameñas. Y está vinculado a la trama de Petrobras.

Los fiscales brasileños han identificado una cuenta llamada Golden Rock, creada en el banco TAG Panamá, mediante la cual el empresario brasileño Eike Batista (prófugo) habría movido en 2010 los millones de dólares por la supuesta compra de una mina de oro. O una mina ficticia.

En realidad, lo que quería hacer, según la justicia de Brasil, era blanquear ese dinero que pagaría en sobornos al gobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral por la concesión de obras públicas.

Eike Batista es uno de los empresarios más acaudalados de Brasil, Sudamérica y de lengua portuguesa: tiene unos $30 mil millones (cerca del PIB de Panamá en 2011), y se dedica a las industrias navales, energía, logística y minería.

De Brasil a Panamá y de aquí a Uruguay: así se mueve la coima

La plata de Eike fue a parar a una sociedad en Uruguay llamada Arcadia Asociados, “a nombre de terceros pero a disposición de Sergio Cabral”, dice un informe oficial citado por la prensa internacional.

El caso es una ramificación de la investigación Lava Jato, que ha llevado a prisión a centenares de empresarios y políticos en Brasil, entre ellos Marcelo Odebrecht y directivos de su multinacional, que han confesado que pagaron sobornos en más de 12 países, incluidos Panamá.

En la bisagra de la supuesta operación de blanqueo está el banco panameño TAG, con sede en el barrio de Punta Pacífica, y que empezó funciones en 2005 en Panamá, con capital brasileño.

TAG, dice la Superintendencia de Bancos de Panamá (SBP), sólo tiene licencia internacional, es decir, que únicamente puede hacer transacciones que surtan efectos en el exterior del país. Hasta noviembre de 2016 tenía $45.9 millones en activos y nueve colaboradores.

La historia panameña

El banco fue suscrito por el bufete panameño Alemán, Cordero, Galindo & Lee (Alcogal). Jaime Alemán fungió como uno de los directores corporativos de la empresa entre 2012 (dos años antes de la supuestas operaciones de lavado) y octubre de 2016.

Alcogal dijo a TVN Noticias en un comunicado que sólo han sido agentes residentes del banco, "una entidad debidamente regulada por la Superintendencia de Bancos de Panamá".

"Nuestra actuación como Agente Residente se limita a cumplir un requisito de ley para la formación de la sociedad y dicho cargo carece de toda relevancia, principalmente tratándose de entidades reguladas cuyas operaciones son sujetas a supervisión, en este caso específico, por la Superintendencia de Bancos de Panamá", continuó.

La organización agregó que no tiene "ningún vínculo ni prestamos ningún servicio a la entidad Golden Rock (The Golden Rock Foundation)".

Por su parte, el ministro de la presidencia, Alvaro Alemán (hermano de Jaime), explicó en el informativo Noticias AM que el “agente residente no es el responsable por los actos de una sociedad”.

“Hasta hace un tiempo las firmas de abogados tenían el tema de que si se trataba de un cliente profesional solo tenían la obligación de decir quién era el banco o la fiduciaria que había comprado la sociedad en caso de investigación. Hoy en día se ha modificado la ley y las firmas de abogados sí deben saber quiénes son los beneficiarios finales, así que lo más probable es que eso sucedió cuando las regulaciones eran menos estrictas a lo que son hoy día”, indicó el ministro Alemán.

El país frente al blanqueo

El argumento sobre el rol de Alcogal en TAG Bank vuelve a poner en el tapete la función de los bufetes panameños en las sociedades anónimas que crean por todo el mundo y cómo dicen perderle la pista después de venderlas.

El abogado Carlos Barsallo asegura que como la legislación que refuerza la lucha antiblanqueo es de 2015, se podrían seguir escuchando de casos como este, que ocurrieron previo a la implementación de la ley.

“Se utilizan instrumentos como sociedades anónimas panameñas o bancos de la plaza, porque son un tanto flexibles”, reconoce, aunque salva que por esas vulnerabilidades de hizo la ley.

El economista Felipe Chapman concuerda con Barsallo en que seguirán saliendo casos de lavado de dinero previos a 2015, aunque reconoce que este “no es un flagelo exclusivo de Panamá, sino mundial”.

“La banca ha estado introduciendo normas de supervisión más estrictas para combatir lavado de dinero, (aunque) no se ve de forma inmediata”, agrega.

Para Chapman, así como la SBP, la Unidad de Análisis Financiero (UAF), que investiga transacciones irregulares, “necesita mayor autonomía”.

Aun con todas estas reformas, Barsallo y Chapman coinciden en que seguirán habiendo personas dispuestas a “violar la ley”.

El mundo no le ha quitado los ojos de encima a nuestro pequeño país desde que fuera destapado el escándalo de los papeles de Panamá que involucra a otro bufete, el Mossack-Fonseca, que creó y vendió miles de sociedades durante décadas, algunas de las cuales han sido involucradas en crímenes de blanqueo de capitales.

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